#EnseñarPorProyectos #EscuelasParaConocer El Instituto José Manuel Estrada, de Santa Teresa, pcia. de Santa Fe, tomó la decisión de «mudarse» de un modelo de enseñanza donde el principal protagonista es el profesor y los contenidos de su materia, a uno donde el estudiante es protagonista de su propio aprendizaje. Y se lo ha tomado muy en serio. Compartimos aquí un texto en donde explica de qué se trata este cambio y también dos sitios web en el que podrán encontrar mucha información de este interesante proceso, como ellos mismos nos invitan a conocer y visitar. «En nuestro sitio web http://ise9073.com.ar podrán encontrar material (pueden filtrarlo utilizando el tema: Nuevo modelo pedagógico, en el menú que se despliega arriba a la izquierda). Por otra parte, estamos subiendo material y experiencias al padlet https://padlet.com/ISPI9073/modelo9073. « El ISE ante el desafío de una nueva escuela secundaria Existen múltiples razones debido a las cuales nos hemos propuesto mudarnos de un modelo de enseñanza donde el principal protagonista en el profesor y los contenidos de su materia a uno donde el estudiante es protagonista de su propio aprendizaje. Muchas de estas razones podríamos calificarlas como subjetivas (aburrimiento, desinterés) y asignar diferentes responsabilidades, pero otras son sumamente objetivas y fueron las que dieron la voz de alarma para hacernos reflexionar y comenzar a ocuparnos en realizar un cambio de raíz en el proceso de enseñanza-aprendizaje y en la relación profesor-alumno con respecto a los formatos escolares. La cuestión de la trayectoria y de la educación para todos Una de las principales razones tiene que ver con la trayectoria de nuestros estudiantes, desde su ingreso hasta su egreso. En este primer gráfico podrán observar que solo la mitad de los ingresantes finalizan sus estudios en nuestro establecimiento y menos de uno de cada tres lo hace sin adeudar ninguna materia al finalizar de cursar. Otro dato interesante es el de la modalidad. En nuestra localidad existen tres establecimientos secundarios, uno de ellos de carácter rural y otro es de educación para adultos, por lo que prácticamente el ISE se convierte en la única oferta educativa para nuestros jóvenes. Históricamente surgió como un colegio comercial y así es hasta la actualidad, obteniéndose el título de Bachiller en Economía y Administración. Sin embargo, la gran mayoría de los egresados optan por carreras universitarias o superiores, u oficios, no relacionados con las Ciencias Económicas. Sólo poco más del 14% continúan sus estudios en disciplinas relacionadas con la modalidad que se imparte mayoritariamente desde el 2º año de educación. En este sentido, estamos convenidos que no basta con asegurar el acceso a la educación a todos nuestros jóvenes. Que las mismas recetas que estuvimos aplicando y «emparchando» durante años no han dado ningún resultado e, incluso, han perdido su significación a partir de la incorporación de la obligatoriedad hasta el último año de estudios. Es necesario trabajar con metodologías que permitan el acceso universal a la educación, aseguren la permanencia en el sistema y posibiliten el acceso al mundo del trabajo y la continuidad de estudios superiores. Actualización del 28/09/2016: En la edición Nº 52 (Octubre 2016) de CEA (Centro de Estudios de la Educación Argentina), de la Universidad de Belgrano, se publica un informe pormenorizado denominado «Lejos de la igualdad de oportunidades en la escuela secundaria», donde se analiza la evolución del estudiantado tras la implementación de la obligatoriedad en el nivel secundario. Pueden acceder a esta publicación haciendo clic en el siguiente enlace: http://www.ub.edu.ar/centros_de_estudio/cea/cea_numero_52.pdf La cuestión de la calidad El papel de la educación secundaria ha ido cambiando durante los últimos años, en gran medida por los avances tecnológicos en las comunicaciones. Y seguramente lo seguirá haciendo. Ya no basta exclusivamente con una enseñanza académica sino que es necesario formar a nuestros jóvenes en las habilidades del siglo XXI, tales como la Creatividad y la Innovación, el Pensamiento Crítico y la Colaboración, convirtiendo al alumno en protagonista de su propio aprendizaje. Ante esta realidad el paradigma de la calidad educativa también ha cambiado. Estudiar cientos de páginas y repetirlas en un riguroso examen no asegura que nuestros hijos se encuentren en condiciones de afrontar las mismas situaciones en otro contexto. Son la confianza, la posibilidad de adaptarse, la práctica de trabajar con otros en un objetivo común, la capacidad de poder seleccionar información útil de una multiplicidad de recursos, de descubrir qué es lo importante y qué es lo superfluo, la capacidad de argumentación, son aquellas habilidades que el paso por la educación secundaria debe dejar marcado a fuego en los estudiantes. La cuestión histórica Hacia 1863 y cobijado por un decreto del entonces presidente argentino Bartolomé Mitre, se creó el Colegio Nacional de Buenos Aires surgiendo la educación secundaria que, hasta ese momento, integraba los estudios superiores. A pesar que la escuela secundaria de nuestro país nació abierta al conjunto de la población, a diferencia de otros países como Francia, Alemania o Inglaterra, lo cierto es que por un conjunto de características propias de sus inicios, se transformó en un nivel al que pocos podían acceder. Una de las principales razones, según Tedesco (1986), era que la educación secundaria no cumplía una función económica preparatoria para la Argentina agroexportadora, sino más bien un papel político para formar a un selecto grupo de la población que accedería a la universidad y, luego, a desempeñar funciones de gobierno. Las materias abarcaban saberes enciclopedistas y humanistas: Filosofía, Historia, Geografía y ciencias exactas, consolidándose el “perfil propedéutico” para el ingreso a los estudios universitarios. Sobre estas mismas bases se fundó en febrero de 1885 el Colegio Provincial de La Plata. En 1899, el ministro Magnasco había impulsado la incorporación de contenidos prácticos a esta educación humanística y en 1916, Carlos Saavedra Lamas diseñó y aplicó (solo por un año) un sistema de cursado de diferentes circuitos que permitían acceder a la universidad (bachillerato) o ingresar al mundo laboral (comercial, normal, industrial, agropecuario, entre otros). Mientras algunos aseguraban que la estrategia de Saavedra Lamas apuntaba a desviar por los circuitos