Una buena experiencia desde Rosario

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La historia del profesor de secundaria que enseña a alcanzar los sueños

«A pesar de su discapacidad se atrevió a estar al frente de una clase, a enseñar a los demás y a demostrar que se pueden seguir los sueños». La síntesis de quién es Luciano Palazesi la hace una alumna de 3º año de la Escuela Nuestra Señora de Pompeya. Con sus palabras describe muy bien a este joven profesional con dificultades en su motricidad y en el habla, a causa de una parálisis cerebral de nacimiento. Ninguna fue un impedimento para que se graduara de contador público, luego de profesor superior universitario y ahora abrace la docencia en el nivel secundario.

El profe Luciano llega a la puerta del salón de 3º 1º, orientación economía, ubicado en el primer piso de la Escuela Nuestra Señora de Pompeya (Mendoza al 5200). Mientras sus alumnos se acomodan prepara la clase de administración de ese día. Un juego de números y nombres le da pie para que alguno de los 35 estudiantes repase para todos los temas que están dando. La invitación es bien participativa, no se parece en nada al tradicional pasen al frente de la vieja escuela secundaria. El dictado de la materia la organiza a través del power point, un recurso que usa habitualmente. En este caso, se vale del cañón que dispone el colegio de barrio Azcuénaga. Su aspiración es contar con el cañón propio para moverse con mayor autonomía como educador, pero que está fuera de sus posibilidades económicas poder comprar.

Un día de clases

Sus alumnos y quien en ese momento de la entrevista era la directora de la escuela Pompeya, Nora Pirozzi, cuentan cómo es el día a día en el aula: no da mucha tarea, pero sí hace trabajar bastante cuando enseña. También que es divertido y «tiene onda». «Me parece que da muy bien sus clases», considera Charo González, una alumna de 15 años que quiere seguir ciencias económicas cuando termine el secundario. Marianela Díaz, otra de las estudiantes, opina lo mismo y destaca que el recurso tecnológico que implementa el profesor a diario hace bien llevadera la materia.

La convocatoria

«¿Estás trabajando en alguna escuela, querés venir a hacer un reemplazo?», recuerda Pirozzi sobre cómo Luciano Palazesi llegó a dictar clases en este secundario. Lo conocía de cuando había realizado allí su práctica pedagógica para profesorado superior universitario de la Universidad Católica Argentina (UCA) y con un excelente desempeño de educador. Enseguida aceptó la convocatoria. «Esto es pan comido», fue la respuesta que le llegó del joven profesor mientras revisaban los contenidos del programa a enseñar. La docente asegura que se trata de «una hermosa experiencia» de aprendizaje integral la que se les está ofreciendo a sus alumnos.

Hace unos días terminó el reemplazo en este 3º año, luego fue convocado para otro con los 4º y 5º años del secundario en la misma escuela, para enseñar contabilidad. Además, decidió presentarse y rendir un concurso para ser profesor titular.

«Vamos opinen, pueden criticarme», invita Luciano a sus alumnos durante la entrevista con LaCapital. «No te podríamos criticar. No podemos criticar a un profesor que a pesar de su discapacidad se atrevió a estar al frente de una clase, a enseñar a los demás y a demostrar que se pueden seguir los sueños», reacciona Candela Lucioni, otra de las estudiantes del 3º año, desde la primera fila; y menciona que al principio todos se sorprendieron un poco, porque nunca habían tenido un docente con una discapacidad. Sin embargo, no pasó mucho para que ese impacto inicial se convirtiese en una relación más de alumnos y docente aprendiendo economía en la escuela secundaria. Aylén Zabeyta, Manuel Bled y Matías Galetto —todos de 3º año— también concuerdan con que esa «extrañeza del primer día ahora es algo natural». Mucho ayudó el profesor a despejar las dudas que genera lo diferente: en su primer día frente al aula les propuso a sus alumnos escribir qué sentían al conocerlo.

Demostrar que se puede

«Vine a este mundo con una discapacidad y con ganas de demostrar que se puede, a pesar de que el camino sea largo y lleno de obstáculos», suele repetir Luciano como lema de su trabajo cada vez que tiene la oportunidad. Esta vez no es la excepción. También es la expresión con la que arranca en los seminarios que dicta, el último fue el 22 de abril pasado en Córdoba donde habló de las personas con discapacidad como sujeto de aprendizaje.

Define a su experiencia como docente en el secundario como muy buena: «Desde un primer momento trabajé con mis alumnos sobre mis dificultades para dar clases. Me apoyo mucho en las TIC’s (Tecnologías de la Información y la Comunicación), además porque estamos en 2016 y necesitamos esas herramientas en el aula. Cuando dictamos clases es sabiendo que estamos educando al futuro de nuestro país, por eso trato de poner voluntad, pasión y corazón aunque me quede sin voz». Y pide la palabra para agradecer a la Escuela Pompeya, al cuerpo docente por el apoyo y oportunidad de ser parte de la tarea pedagógica.

¿Coincidencia? Luciano Palazesi cursó su primaria en la Pompeya; terminó el secundario con 9,23 de promedio, siempre siendo abanderado o escolta, en el Colegio Nacional de San Lorenzo. En 2009, a los 25 años, se recibió de contador público en la UCA, también allí de profesor superior universitario. Fue varias veces premiado por sus logros, por su ejemplo de esfuerzo, de voluntad, de superación. Entre ellos por el Concejo Municipal, la Cámara de Diputados de la provincia y en Buenos Aires con el premio bienal Asociación de Lucha contra la Parálisis Infantil (Alpi). En la oportunidad de ese reconocimiento, expresó: «La gente tiene miedo a lo desconocido, temor a con qué se va a encontrar o cómo va a actuar cuando esté frente a una persona discapacitada. Sin embargo, la lucha es permanente. Por eso, sostengo que los escalones siguen siendo infinitos». También comparte la buena noticia de su casamiento que será el próximo 4 de junio.

El intercambio transcurre entre opiniones y anécdotas. Asegura que está satisfecho, muy contento con este «nuevo desafío» de enseñar; prefiere que los demás hablen y describan lo que están compartiendo. Nunca pierde su buen humor ni duda en pedir ayuda en su trabajo cada vez que la necesita, y los adolescentes tampoco en brindarla. En la escalera que lleva al primer piso de la escuela, sobre una de las paredes está colgada una lámina con una frase de San Agustín que bien acompaña la escena inclusiva que se vive en esta aula de la Pompeya: «La medida del amor es amar sin medidas».

 

http://www.lacapital.com.ar/la-historia-del-profesor-secundaria-que-ensena-alcanzar-los-suenos-n782554

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